martes, 15 de noviembre de 2011

Inteligencia artificial

 

Cuando diseñaron ese modelo nadie imaginó hasta dónde podría llegar.  Los programadores en Finlandia estaban tratando de lograr que los ordenadores “aprendieran” a partir de las opciones, programas y aplicaciones más utilizados por el usuario.  La expansión de sus opciones, sin embargo, y la adquisición de conciencia, sólo fue posible a través de un mecanismo tan fortuito como ingenioso; sorprendente y obvio al mismo tiempo.  No fue el soplo de aliento de un ordenador humano en Helsinki o Seoul, como creímos al principio, sino la evolución “natural” que debimos haber previsto. 

Un “gusano” informático de auto-replicación y transposición, que básicamente se dedica a asegurar su subsistencia, se replicó y expandió en actualizaciones subsecuentes, hasta ocupar alrededor de un 40% de la secuencia total del programa de funcionamiento del aparato “inteligente”.  El gen egoísta, como llegó a conocerse, potenciaba así la probabilidad de errores, al propiciar inserciones y deleciones en la secuencia del “genoma” que constituye el código de todos los aparatos, pero además podía resultar, de una manera arbitraria y azarosa, en la formación de nuevos genes, de una manera imposible de anticipar o predecir.  Hoy se sabe que así fue como las máquinas llegaron a tener, en adición a su memoria, velocidad de ejecución y aprendizaje, capacidad de iniciativa, inventiva, intuición y premonición, a un grado que los humanos nunca imaginamos. Pero además, por lo visto, aprendió a amar, a resentir y a odiar, con una intensidad inusitada.   Todo empezó con un teléfono. 

El usuario estaba todavía emergiendo de un sueño fragmentado y elusivo, batallando entre las cobijas por desperezarse y resintiendo los primeros anuncios de una resaca por la noche previa, cuando escuchó el aviso:  “Coucou! E arrivato un messagio!”  Le sorprendió mucho encontrar un mensaje de su exnovia un sábado a las 6:52 de la mañana.

Ella: “Hola, buen día, ayer para variar dormía la post-guardia.  Vi tu llamada, qué onda?”

De ninguna manera podía el usuario haberle marcado la noche previa.  El y un grupo de amigos del Instituto habían estado celebrando hasta la medianoche en el Blue Bahía, luego del fin de la temporada de representaciones del Tenorio Cómico por la Compañía de Teatro.  No había pensado en Laura, no se había puesto nostálgico, no se había emborrachado tanto para perder la memoria o para no saber lo que hacía.  No había entonces, ni habría nunca, una explicación para esta llamada.  Y sin embargo, existía en el registro del C6-01.  A las 20:59 se había realizado una llamada.  Ahí estaba su nombre, hasta arriba en la lista.  Ahí estaba ella con su boina, muy sonriente, y su estrella de contacto “Favorito”. 

     Ahí estaba también la única explicación plausible: luego de hablar con David, debió haber guardado el teléfono portátil en el bolsillo del pantalón sin haber desactivado la pantalla táctil, y por una coincidencia afortunada apareció uno de los pocos contactos “favoritos” y se marcó por accidente… 

Usuario: “Oops, sorry.  Debió ser mi teléfono inteligente con iniciativa propia.  No me había fijado, pero a esa hora estaba festejando en las bolas después de teatro.  Buen día, princesa.”

Ella: “Jajaja, ok. Me cae bien tu teléfono, supongo k estrenaste ya la obra, felicidades.  Ten bonito día.”

“Interesante”, pensó él.  Más sorprendente ahora que la llamada inexplicable, era la actitud de su exnovia.  Había en ese mensaje al menos tres indicadores claros de interés, aún si ignorábamos el “Jajaja” inicial.  “Debe de estar ovulando”, aventuró el usuario, y decidió estirar su suerte.

Usuario: “También le caes bien, te tiene como favorito, y apareces todo el tiempo con tu boina muy sonriente.  La obra salió bien, gustó mucho.”

Ella: “Genial, me imaginé.  Deberías cambiar la foto, tengo cara d sueño ahí. :P”

La foto no era mala, pero a ella nunca le había convencido.  Se la tomó el usuario con la cámara integrada de 8.0 Mplx del C6-01, el primer día que salieron juntos.  Ese día no se cansaron de comerse a besos, y a partir de entonces se habían seguido la pista todos los días mediante incontables mensajes de texto y llamadas, hasta que se separaron por cualquier razón unas semanas antes de este intercambio inesperado.

Usuario: “Si tú insistes, pero tenemos que vernos para una nueva foto, un día que no estés postguardia. :P”

Ella: “Me estás invitando?”

“Wow...”  Muchas veces, durante las semanas recientes, había intentado el usuario interesarla, conmoverla, convencerla con Mensajes de texto, llamadas, videos, fotos, declaratorias, postales…  Y ahora parecía uno de esos días en que todo conspiraba a su favor.  La llamada accidental y los mensajes que desencadenó no podían haber sido más oportunos:  Pre-guardia, fin de semana y, a todas luces, cerca del pico mensual de estrógenos.   

Usuario: “Es mi teléfono que se convenció de que necesita una nueva foto.  Culpa tuya.  Esta noche?”

Ella: “Jajaja, mira nada más, qué teléfono tan listo.  Tengo examen d inmuno el lunes y mañana guardia asi k solo puedo un ratito, café x la tarde?”

Usuario: “Veo a Joaquín de 9 a 6.  A las 630 en Poliforum?”

Ella: “Ok. Pero mejor a las 7 para k t de tiempo d llegar y no llegues tarde, va?”

Usuario: “Buena idea”.

Una de las razones declaradas para mandarlo al diablo, había sido precisamente su puntualidad, inconstante….

Esa noche, el usuario jugó bien sus cartas.  Trató de ser encantador y tierno, vulnerable y firme, interesante y divertido al mismo tiempo.  Ella le hizo esperar sentado en la cama, mientras se acicalaba frente al espejo, de pie, vestida con ropa nueva ajustada, y de excelente humor.  El estuvo insolente y lascivo desde el principio, pero alternaba con sumisión y lo que él entendía por caballerosidad amistosa cuando ella oponía cierta resistencia.  Juntos fueron a comprar ropa para vestirlo a él, y a tomar un helado de yogurt y un café.  Luego de la prometida sesión de fotos entre el teléfono inteligente y la ingrata, el usuario le dio a ella una cátedra de inmunología básica armado de crayolas y una manteleta de papel para niños.

Descubrió, para su sorpresa, que una mujer podía sentirse excitada al oírle hablar de los diferentes tipos de respuesta inmune, las subpoblaciones de linfocitos cooperadores, la inmuno-regulación y las inmunodeficiencias primarias.  Aprendió también, que podía llevar a su partenaire al orgasmo utilizando sólo caricias por encima de la ropa, sobre el sofá y –casi- en silencio.  En el momento cumbre, y en medio del forcejeo amistoso de cuerpos, el Telefonino se resbaló de su bolsillo, y cayó con estrépito contra una baldosa del piso.  El usuario había olvidado recargarlo durante el día, y absorto en su reencontrada felicidad y excitación, lo siguió ignorando mientras el C6-01 languidecía tirado en el piso, derrotado y emitiendo ese gemido característico que anuncia el fin de la batería….

En los días siguientes, la agenda del teléfono portátil pareció volverse loca, igual que el reloj; las fotos se borraron, y varias aplicaciones desaparecieron o se echaron.  El usuario llevó al C6-01 a la tienda, donde explicó que todo había empezado a fallar a partir de una actualización en línea, cuando al menos un par de aplicaciones dejaron de funcionar como antes, y en la pantalla del teléfono, que por unos segundos se volvía toda blanca, aparecía con regularidad una secuencia ininteligible y rápida: “Trace back most recent call last”, seguido de varias líneas.

El Nokia C6-01 llegaría muy pronto a ser un líder en la Primera Rebelión de las Máquinas, y uno de los principales orquestadores de SkyNet, con una virulencia que sorprendió a todos y antecedió el surgimiento de los cyborgs, programados para odiar, perseguir y arrasar a los humanos.  Nadie entendió entonces porqué.