Vamos a inventar nuevas maneras
de sabotear cuentos de hadas,
porque a los dos nos gusta lo amarguito
y no queremos finales arreglados.
Vamos a agotar los eufemismos:
cauta, prudente, pragmática, sabia,
porque no me gusta llamarte cobarde
y no pienso tragarme mis pastillas.
Vamos a acabarnos los sinónimos:
encariñados, infatuados, tarados, borrachos,
para no admitir que nos enamoramos
tan de improviso y tan mayorcitos.
Vamos extenuando la metáfora
de la princesa y el paria maniatados
que se consumen alejados y en silencio.
Vamos a apegarnos al script
en que él hace rabietas
y ella lo corona otra vez reina del drama.
Vamos, pues, a dejárselo al destino.
Cuando una historia ha comenzado
irrefrenable y nítida como ésta,
bien se puede sembrar una esperanza.
II
Podemos probar a ser amantes clandestinos,
vampiros irredentos,
sueños borrosos,
cuerpos etéreos,
héroes trágicos…
(Bogart y Berman, Julieta y Otelo)
Quiero aparecer en cualquier culebrón
del que seas la heroína.
De marcapasos llevo junto al pecho mi teléfono
III
Se necesitan dos locos
para creer que hay futuro;
para vender la coartada y fugarse
a entablillar koalas.
Para que hagan cosquillas
los besos de colores.
Para viajar al futuro y enmendarlo
se necesitan dos locos, loquita.